Más bien con intención de almorzar que de otra cosa, salimos desde Ejea con poca prisa, y con este espíritu montañero que es marca de la casa hicimos un alto en Graus para meternos entre pecho y espalda unos huevos fritos con longaniza antes de encaminarnos al pueblecito de Eriste.
En el parking dejamos los vehículos y nos preparamos las mochilas para empezar a subir hacia el refugio Ángel Orús. Al poco de empezar a andar a Eduardo Escabosa le dio un bajón de azúcar del que se recuperó enseguida tras tomar unas barritas energéticas. Continuamos hasta la cascada de Espigantosa y luego hasta el refugio.
Una vez en la terraza del refugio comida de alforja acompañada de cervecita fresca del cañero (que buena¡). Para el resto de la tarde cada cual eligió la actividad que quiso: Rubén, Boni, Pradas, Mabel y Noti se fueron a patear hasta el Ibón Grist, otros se quedaron lagarteando en la terracita que se estaba muy bien y alguno se fue a dormir la siesta hasta la hora de cenar.
Entretanto, y poco a poco, fueron llegando los que faltaban: Almu, el Abuelo y Mariano, que habían estado escalando en Ólvena; Antonio, Marcos y Martín, que llegaron desde Luesia; los dos Albertos, que venían de Zaragoza; Manero y Daniel, que les tocó trabajar por la mañana; y por último, justitos para cenar, llegaron Bruno, Marta, Raquel y Elena.
Para cenar ya estábamos todos los que teníamos que estar para dar buena cuenta del caldito caliente, las lentejas (que causaron estragos en el estómagos de alguno, y no miro a nadie), una “ezpecie” de amburguesas con salsa y macedonia de postre. A modo de sobremesa salimos a otear el firmamento e intentar ver la “Lagrimas de San Lorenzo”, que esa noche lloró mucho pensando en la noche que se nos esperaba.
Al día siguiente, unos con algo, otros con poco y muchos con todo el sueño del mundo, nos levantamos a las 05:30 para desayunar a las 06:00 y hacer la “Cresta de las Espadas” hasta el Posets.
Entre pitos y flautas comenzamos a andar sobre las 06:45 y nos dirigimos hacia el Ibón de la Forqueta, donde hicimos una paradita para llenar las botellas de agua y descansar cinco minutos. Luego comenzamos a ganar altura por una pedrera infame para encaramarnos a la cresta, sobre la que cabalgaríamos durante un buen rato.
El primer destrepe por un terreno algo “rotiñan” y con una exposición al vacío más que elegante nos puso las pilas para el resto del trayecto, que comparado con el principio ya no nos parecería tan comprometido.
Así que poco a poco fuimos coronando todos los seis picos de más 3000 metros que nos fuimos encontrando: Diente Royo (3010), Pavots (3121), Espadas (3332), Tuca de Lladarneta (3311), Tuqueta Roya (3273) y Posets (3375).
Mariano con sus sandalias de diseño fue encabezando el grupo que, paso a paso y poco a poco, fue superando los tramos más complicados del recorrido. El temido “paso del funambulista” finalmente no resultó ser un obstáculo para nadie, aunque hay que decir que unos lo pasaron con más dignidad que otros.
Cuando estábamos sobre Las Espadas escuchamos un cohete: era Bruno anunciándonos que ya había llegado al Posets con su grupo por la vía normal de la Canal Fonda.
En la cima nos reunimos con el grupo de Bruno, nos hicimos las fotos de rigor y comenzamos el descenso hasta el refugio para reponer fuerzas y tomarnos un descansito antes de seguir hasta los vehículos.
Desde aquí queremos felicitaros a todos por lo bien que ha salido esta actividad. Hemos sudado, nos hemos reído, nos hemos divertido y sin ningún percance. Lo dicho, sois unos cracks.
martes, 13 de agosto de 2013
BATIÉNDONOS CON LAS ESPADAS
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