La aventura del fin de semana comenzó un tanto accidentada. En Escarrilla el coche de Noti se fastidió, así que tuvimos que esperar a la Grua en el bar del camping; en Bious-Artigues a Antonio le dio una pájara y a Concha le sentó mal un pastelito, pero uno tragando y otra evacuando, en poco rato volvieron a estar operativos; y para guinda a Noti (otra vez) se le cayó una lentilla que se pudo volver a poner utilizando la pantalla del móvil a modo de espejo (en esta ocasión las nuevas tecnologías sirvieron para algo).
Las fuerzas que teníamos para pasar el día las gastamos en una exigente pero tranquila subida hasta el collado de Ayous y la bajada al refugio del mismo nombre.
Allí estaba ya Alberto con su familia, Elena y los peques Inés y Andrés, que llegaron al refugio por donde caminan las personas normales.
Hasta la hora de la cena (estos gabachos tienen la mala costumbre de hacerlo a las siete de la tarde) cada cual aprovechó el tiempo como mejor le vino en gana: unos a beber cerveza, otros a pasear y los/as más valientes a darse un “capucete” en el ibón.
De menú, una sopa de calabaza, macarrones con ternera (o ternera con macarrones, que no lo tengo muy claro), queso y Crème brûlée. Para acabar la jornada, y por este orden, un café, unos naipes, un pis, un Jesusito de mi vida y a la cama.
El domingo amaneció con algo de niebla, y Jesús Sánchez amaneció en un barranco al tratar de cruzarlo. La bajada hasta la cabane Cap de Pount la hicimos acompañados de sarrios, yegüas, vacas y alguna marmota.
La subida hasta el collado de Peygueret la hicimos por etapas, primero una paradita en un bonito prado abarrotado de gencianas y otra paradita cuando nos encontramos con Mariano, Raúl, Javier y María (ellos habían salido antes del refugio con intención de coronar el Midí, pero la bruma les confundió y anduvieron perdidos como los gorilas en la niebla).
Desde el collado Noti, Raúl Bolea y Jesús subieron al Peygueret para luego bajar a Pombié y comer con todos en el comedor libre del refugio.
Aún nos quedaba una “subidica” al Collado de Suzon y la larga bajada hasta los coches.
En el descenso nos encontramos con un rebaño de cabras que nos acompañó durante un buen tramo del camino, hasta que vieron un prado de jugoso pasto y nos dijeron adiós…. Todas menos tres que quisieron escoltarnos hasta el lac de Bious-Artigues. Solo una, muy compungida, vino a despedirse hasta los coches.
La separación fue dolorosa. Hasta siempre Asunción, te echaremos de menos.
martes, 22 de julio de 2014
LA CABRA, LA CABRA, LA P… DE LA CABRA.
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Muy bueno el resumen!!!! jajajajaja
ResponderEliminarEl finde fue espectacular. Muy chulas las fotos!
ResponderEliminarLo de las cabras fue de chiste. Teníamos que haber echado una al maletero.
ResponderEliminarNoti.