Quedamos a las 7.00 a.m en el Ayuntamiento de Ejea justo en el día que cambian la hora. Aún con la preocupación del desconcierto que puede generar el tan reciente cambio horario nos juntamos 16 valientes con ganas de disfrutar del monte, así que una vez todos reunidos, nos encarrilamos con los vehículos hacia Panticosa, quedando en el aparcamiento de la estación de esquí de Panticosa (1.140 m).
Una vez allí, a las 9:20 a.m de la recién estrenada hora comenzamos a caminar hacia la izquierda del puente que cruza el río Bolática antes de cruzarlo, tomando a la izquierda un sendero señalizado (PR-HU 95), detrás del edificio de la telecabina. Un antiguo camino remonta la margen derecha del Bolática, río que confluye en el Caldarés, junto al aparcamiento mencionado.
Entre paredes de separación de prados y algunos quejigos gana altura paulatinamente hasta el puente de la Zoche. Tras cruzarlo, el PR se aleja del río y se interna en el bosque, realizando varios zigzag. Pronto desemboca en una zona despejada y completamente abancalada, con fajas horizontales que trepan por la ladera entre los 1.400 y 1.600 m de altitud. Son los Panares de la Trabenosa, antaño parcelas cultivadas en su mayoría de centeno, casi el único cereal que se podía cultivar a esta altura, convertidas hoy en prados de siega para el ganado. Aquí realizaremos la primera parada para beber y comer algo, antes de que nos rodee todo el ganado de vacas con miradas amenazantes que no inviten a quedarse en ese sitio mucho más tiempo.
Proseguimos nuestra marcha y tras superar el torrente de Ordenal, el camino vuelve a aproximarse hasta el río Bolática, a la altura de un puente de cemento. Sin cruzarlo, se continúa por un bosquete de abedules y prados con boj, en paralelo a la margen izquierda del río.
Al otro lado, también sigue en paralelo la pista del valle de la Ripera, que llega a las inmediaciones de un pequeño refugio (1.520 m). El PR progresa y se une a la pista ganadera por este valle en U, esculpido por el hielo de los glaciares, una característica artesa glaciar que el río todavía no ha tenido tiempo de retocar. Próximos al circo que cierra el valle de la Ripera, se deja a la izquierda la ruta del puerto de Tendeñera y se empieza a ascender por las tascas hasta la Collata de La Paúl (2.040 m). Al otro lado se descubre la Paúl Alta, vaguada ocupada por turberas y zonas encharcadas tras la fusión de la nieve.
Sin apenas perder altura se alcanza un collado inmediato, el collado del Verde (2.088 m), situado sobre el principal objetivo de la ruta, el ibón de Sabocos (1.898 m;). Allí realizamos otra parada, y mientras unos beben otros cogen champiñones como puños, que si no hubiese sido porque no llevaba nadie un buen sitio para guardarlos y bajarlos en buenas condiciones, más de algunos nos habríamos solucionado la cena.
Bajamos del Collado del Verde hacia el ibón de Sabocos, y una vez allí paramos a comer tranquilamente con semejante maravilla natural delante nuestra, tumbados en la tupida pradera verde mientras nos da el sol de lleno.
El ibón es grande en extensión y se oculta en el hemiciclo de cabecera del barranco de la Trabenosa, a los pies del frontón triangular de la peña Sabocos (2.755 m).
Allí pasamos un rato muy agradable, descansamos, nos reímos y obtenemos la fórmula mágica para eliminar la corrupción política que hay en el país. Con todo esto en tan poco rato, y después de hacernos la foto de grupo, seguiríamos nuestra marcha hacia la zona de Petrosos donde te deja el telesilla de la estación de esquí.
Siguiendo las señales del PR-HU 95, en su descenso por las pistas de servicio de la estación de esquí, volveríamos a Panticosa atajando por los senderos que transcurren por el bosque y a su vez descubriendo con la vista el trazado de la nueva pista de evacuación que se ha realizado para conectar las pistas con el pueblo de Panticosa y que la han llamado Estrimal.
Una vez en el aparcamiento, nos tomaríamos un refrigerio en una terraza con los últimos rayos de sol y vuelta para la tierra baja.
miércoles, 29 de octubre de 2014
POR EL VALLE DE LA RIPERA
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